Entre la calle 5 de mayo y madero se
encuentra casi en la esquina el Palacio de los Azulejos, a un costado se
encontraban las casas de las familias mas adineradas después del Porfiriato de
los Escandon, que eran una de las familias de alcurnia.
Justo ahí nos regresaremos a la época
colonial en donde se le consideraba la Ciudad de los Palacios a la Ciudad de
México, por la gran cantidad de estructuras arquitectónicas, los materiales y
los adornos y la cantidad de oro y plata que circulaba en la Nueva España, ahí
se cuenta una leyenda que se encontraron dos carruajes de personas que se
encontraron, cabe mencionar que en ese entonces un carruaje representaba
riqueza, los cuales llegaron a estar frente a frente y ninguno de los dos quiso
ceder el paso, que de tal manera pasaron las horas, que después se convirtieron
en días, y al tercer día tal era el empecinamiento, la necedad de quién cedía
el paso, que se cuenta que tuvo que intervenir el propio Virrey para poder
decirles; saben que ninguno de los, ambos se harán para atrás y tomarán otro
camino para poderr transitar.
Esta leyenda nos muestra la parte del
poderío y la rivalidad que podía generarse en aquel momento que no existían
leyes de tránsito, no existían reglamentos por ejemplo para verter las aguas
sucias, es más de ahí“aguas aguas” ya
que lo primero que hacían las empleadas domésticas de la Ciudad de los Palacios
era aventar, vaciar las bacinicas por la venta ya que no había drenajes,
entonces lo paradójico de esta Ciudad es que no había normas que regularan
todos esos detalles que en la vida cotidiana nos es tan común que haya
drenajes, leyes de tránsito o haya semáforos, la leyenda nos refleja esa
opulencia a nivel material, pero esa deficiencia a nivel cotidiano de la
relación interpersonal. venía también en la época colonial la famosa frase
En esa época la falta de alumbrado puso
de moda frontipicios en las esquinas poner imágenes religiosas por que los
asaltantes se ocultaban en las esquinas para robarte, pero tenía que el asalto
tan pero tan tajante que mataban a la persona para que no lo denunciaran o no
lo vieran, entonces a partir de esa cuestión se pusieron los frontispicios que
teóricamente al ver la imagen de una virgen o de un Santo como testigo, el
asaltante pensaría que si lo hacía se iría al infierno, ya que debemos de
recordar que en esa época la gente era muy creyente.
Imagen tomada de: https://c2.staticflickr.com/6/5210/5326842000_a3efcabb10_z.jpg
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